Actualmente, la demanda de energía eléctrica sigue aumentando para poder abastecer necesidades del día a día como, por ejemplo, la comunicación por medio de dispositivos móviles, el empaquetado o la fabricación de alimentos en una planta e incluso, en la manufactura de piezas para automóviles. Este uso constante e ininterrumpido de energía eléctrica, ha generado que las empresas y autoridades busquen alternativas para poder trabajar con fuentes de energía renovables y, en lo posible, cada vez más limpias.
Recordemos que, por varios años, el ser humano ha dependido de fuentes de energía no renovables, generando un impacto significativo en el medio ambiente. Sin embargo, en México particularmente, se han implementado soluciones más sostenibles, aprovechando al máximo el potencial de las energías limpias como la solar y la eólica. Con la Ley de Transición Energética instaurada en 2015, este país se ha comprometido a reducir su huella de carbono y a garantizar un futuro energético más limpio y seguro para sus habitantes.
La energía limpia se define como aquella que, durante su obtención, no genera residuos ni gases de efecto invernadero que contaminen el medio ambiente, comparado con los combustibles fósiles. También se conocen como energías verdes porque no tienen un impacto negativo en su consumo.
La energía limpia proviene de fuentes de energía renovables como el sol, el viento, los ríos y corrientes de agua dulce, el calor de la tierra, los mares y las olas. No obstante, existen energías, como la nuclear, que son consideradas limpias por su bajo impacto medioambiental y climático, pero no son renovables, ya que utilizan un combustible finito (en este caso, el uranio y otros materiales radiactivos).
Para evitar la confusión de los términos, hay que tener muy presente las diferencias entre el tipo de fuentes de energía que existen en el planeta y su impacto en el medio ambiente. Hay que distinguir entre fuentes renovables y no renovables. Y en el caso de las primeras, hay dos categorías: las energías limpias (o no contaminantes como el sol, el viento, los mares y ríos) y las contaminantes (como la materia orgánica o biomasa).
Es importante entender que, a diferencia de los combustibles fósiles como el petróleo, el carbón o el gas natural, que son recursos limitados, contaminantes y no renovables, las fuentes de energía, como la solar, eólica e hidroeléctrica, se regeneran constantemente gracias a los procesos naturales de nuestro planeta, son prácticamente inagotables y debido a su origen son consideradas energías limpias.
En la generación de energía eléctrica, México cuenta con un amplio abanico de opciones para aprovechar las energías limpias. A continuación, se detallan algunas de las más usadas en el país.
El viento ha sido una de las fuentes de energía limpia más antigua y usada, por ejemplo, para mover los barcos de vela o los molinos. La energía eólica es obtenida por la fuerza del viento, gracias al movimiento de las corrientes de aire que van desde áreas de alta presión atmosférica hacia zonas de baja presión y con velocidades proporcionales al gradiente de presión.
La electricidad generada con recursos eólicos se produce con equipos aerogeneradores, los cuales pueden trabajar de manera aislada o agrupados en parques eólicos o plantas de generación eólica. En México, la zona de mayor potencial para el uso de la energía eólica son los estados de Oaxaca, Baja California y los pertenecientes al Golfo.
La energía fotovoltaica es una energía limpia que aprovecha los rayos del sol o la radiación solar para transformarse en energía eléctrica o térmica. También puede aprovecharse de forma pasiva con técnicas de arquitectura bioclimática y sostenible. Además, se estima que el sol produce cuatro mil veces más energía de la que los seres humanos somos capaces de consumir, por lo cual su potencial es realmente ilimitado.
La energía solar se captura mediante paneles solares, que pueden ser de dos tipos: los colectores solares, que transforman la radiación solar en energía térmica para calefacción o producción de agua caliente sanitaria, y los paneles fotovoltaicos, que convierten la luz solar directamente en electricidad mediante células fotovoltaicas.
Al ser una fuente de energía limpia muy competitiva, la energía fotovoltaica se adapta tanto a grandes plantas solares como a instalaciones residenciales y comerciales.
La energía hidroeléctrica tiene como fuente principal el agua en movimiento que puede venir de los ríos, arroyos, un caudal moderado o presas que permiten generar energía eléctrica a gran escala.
Este tipo de energía se obtiene al aprovechar la caída del agua entre dos niveles de altura diferentes. Con la infraestructura adecuada, se puede usar el agua que cae del nivel superior y hacer que pase por unas turbinas que transmiten la energía a un alternador, el cual es el encargado de generar la electricidad. Además de generar electricidad, infraestructuras como los embalses pueden almacenar agua para diferentes usos.
Además de reducir la emisión de gases de efecto invernadero y por ende, mejorar la calidad del aire, las energías limpias también brindan otros beneficios como:
La adopción y generación de energía limpia renovable en México ha tenido un desarrollo muy positivo en los últimos años. Esto se ha logrado gracias al funcionamiento de centrales hidroeléctricas, eoloeléctricas, fotovoltaicas y plantas que utilizan bioenergéticos. De acuerdo con el más reciente reporte de la Secretaría de Energía (SENER), en el primer semestre de 2023, la generación neta de energías renovables alcanzó los 36,914.9 GWh.
De acuerdo con este informe, la generación fotovoltaica de enero a junio de 2023, representa el mayor porcentaje de las energías renovables con el 32.8%, seguida de la energía hidroeléctrica con 29.4%, la eólica con 27.6%, la geotérmica con 6.9% y, finalmente, la generación a partir de bioenergía, la cual representó el 4.1%.
Vale recordar que, la Ley de Transición Energética instaurada en 2025, contemplaba metas a largo plazo de tal manera que, para el 2021 el 30% de la energía eléctrica consumida en el país viniera de fuentes limpias; el 35% para el 2024 y el 45% para 2036. Dichos compromisos se han logrado de acuerdo a los tipos de energías limpias existentes y teniendo en cuenta que, entre 2019 y 2023, el aumento en la adopción de dichas energías ha sido de 31.8%.